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Dar y darse

Escrito por Fundacion Alberto Hurtado

1. Darse es cumplir justicia. Darse es ofrecerse a sí mismo y todo lo que tienes. Darse es orientar todas tus capacidades de acción hacia el Señor. Darse es dilatar su corazón y dirigir firmemente su voluntad hacia el que los guarda. Darse es amar para siempre y de manera tan completa como se es capaz.

2. Cuando uno se ha dado, todo aparece simple. Se ha encontrado la libertad y se experimenta toda la verdad de la palabra de San Agustín: Ama y haz lo que quieras.

3. Antes que toda práctica, todo método, que todo ejercicio, se impone un ofrecimiento generoso y universal de todo nuestro ser, de nuestro haber y poseer…

4. En este ofrecimiento pleno, acto del espíritu y de la voluntad, que nos lleva en la fe y en el amor al contacto con Dios, reside el secreto de todo progreso.

5. Darme sin contar, sin trampear, en plenitud, a Dios y a mis hermanos. Y Dios me tomará bajo su protección. Él me tomará y pasaré indemne en medio de innumerables dificultades. Él me conducirá a su trabajo. Él se encargará de pulirme, de perfeccionarme y me pondrá en contacto con los que lo buscan y a los cuales Él mismo anima.

6. Cuando Él lo tiene a uno, no lo suelta fácilmente.

7.  Mi actitud ante Dios no es la de desaparecer, sino la de ofrecerse con plenitud para una colaboración total.

8. ¿Dónde está el valor?, ¿en arder y renunciar, o en arder y dejarse quemar? ¿En querer guardar lo que me agrada, o darlo generosamente a otro? Recórranse todas las tentaciones y se verá que el verdadero valor, la hombría, está en sobreponerse…

9. Cada vez que me doy así, recortando de mi haber, sacrificando de lo mío, olvidándome, yo adquiero más valor, un ser más pleno, me enriquezco con lo mejor que embellece al mundo. Yo lo completo y oriento hacia su destino más bello, su máximum de valor, su plenitud de ser.

10. Dar es uno de los goces más completos que Dios nos ha deparado. Dar, dar siempre, hasta que se nos caigan los brazos de cansancio.

11. El criterio de la eficacia, el rendimiento, la utilidad funda, los juicios de valor. No se comprende el acto gratuito, desinteresado, del que nada hay que esperar económicamente. Mucho menos se entiende el valor del sacrificio, el profundo sentido del fracaso, como la Redención fue un fracaso humano. La explicación es simple: en este siglo industrial todo se pesa, todo se cuenta, todo se mide.

12. Los males del espíritu… se curan saliendo de sí, para ir a los demás.

13. A todos los que sufren quisiera invitarlos a hacer una experiencia de la que nunca se arrepentirán: que olviden sus dolores y que piensen en los ajenos.

14. Debieras caer de rodillas ante el Padre y decirle: Gracias, Padre mío, porque puedo dar.

15. Necesito de ti… No te obligo, pero necesito de ti para realizar mis planes de amor. Si tú no vienes una obra quedará sin hacerse, que tú, sólo tú, puedes realizar. Nadie puede tomar esta obra, porque cada uno tiene su parte de bien que realizar.

16. Los únicos que tienen tiempo son los ocupados, ¡así que fuera excusa de falta de tiempo!

17. …En manos de Cristo mi acción puede tener alcance divino… Mi acción, y deseos pueden tener alcance divino y puedo cambiar la faz de la tierra… Puedo mucho si estoy en Cristo, si coopero con Cristo…

18. No multipliquemos las órdenes, sino que mostremos ideales que valgan bien una vida. En nuestro propio tiempo no son los generosos los que faltan, sino conocimiento interno de una causa que valga la pena para sacrificar una vida.

19. Dios conoce el corazón del hombre y le ha puesto hambre de generosidad.

20. Más allá de las obligaciones, el campo inmenso de la generosidad, en que hacemos, no lo que tenemos que hacer, sino lo que queremos hacer…

21. La generosidad es la manera de escapar a las garras de la ley, porque con generosidad esas garras se convierten en manos muy queridas. Para que la ley sea menos pesada no hay que quitarle algo, sino agregarle algo.

22. La gente que regatea con los mandamientos los hace pesados… En cambio hay muchos que encima de todos sus mandamientos han colocado sobre sus hombros toda su generosidad. El generoso, que hace más que lo obligado, quita a la obligación su carácter áspero.

23. Y hoy en el mundo hay sólo dos clases de hombres: los que se quejan siempre y los que no se quejan nunca. Y… los que no se quejan nunca son los que, por encima de los mandamientos, llevan toda la carga de la generosidad y hacen mucho más que el deber.

24. ¡El que da con prontitud da dos veces! Es el gran secreto del fervor: la prisa y el entusiasmo por hacer el bien.

25. Trabajar en equipo: el resultado enorme que podríamos sacar si nos ayudáramos en nuestros trabajos. Si hiciéramos obra de equipo… todos a la disposición de los demás.

26. El espíritu de equipo significa, en los que lo practican, un inmenso renunciamiento… pasar a hacer la obra común, que no va a ser la mía, en la que yo no figuro sino como rueda en el engranaje común… ¡Caramba que significa renunciamiento!

27. (El espíritu de equipo) significa mortificación para acomodarme a los demás, esa terrible mortificación interior de soportar caracteres lentos, egocéntricos, susceptibles, quisquillosos… y que no se suba jamás la leche, guardar la calma, sonreír cuando uno patearía…

28. Significa el cultivo de honestas amistades, un franquearse, un dar y recibir… Aprender a tratar a mis hermanos, no sólo ocasionalmente, sino en forma más estable. Una amistad… es absolutamente necesaria. No rechazar a nadie, bondadoso con todos, pero natural para ahondar aquellas relaciones que Dios pone en su camino.

29. Este espíritu de equipo es la señal de las obras llamadas a perseverar. Lo que es sólo mío, morirá conmigo y allí quedará.

30. Entrega, entrega entera y total en manos de Cristo para que Él se sirva de nosotros.

31. No solo hay que darse, sino darse con la sonrisa, hacer la vida de los que nos rodean sabrosa y agradable.

32. Cada uno tiene posibilidad de hacer algo, cada uno siguiendo su carácter: unos alegres, otros artistas, otros tranquilos y pacíficos, otros simpáticos… Cada uno cultivando su naturaleza. La gracia supone la naturaleza.

33. Un renacimiento del idealismo es lo que más falta nos hace. Idealismo que significa desinterés, generosidad, sacrificio, amor, pero más ajeno que propio, deseo de dar más que de recibir.

34. Aquel que desconfíe totalmente de sí y ponga toda su confianza en Mí será omnipotente.

35. Amar es ansia de poseer y entregar. Fundir otro ser con el nuestro y fundirlo nosotros con él. Movimiento de apropiación y abandono, conquista y entrega.

36. Cuando uno lo ha entregado todo, le queda el tiempo y lo defiende uno, lo quiere guardar para pensar, para orar, para cultivarse y tantas veces habrá que entregarlo, pero en tal caso hagámoslo con alegría sin que nadie adivine nuestra tortura interior. Dar a entender con un apretón de manos, con una sonrisa, con una palabra dicha de paso que estamos a la disposición de todos, prestos a acogerlos, a escucharlos, a entregarnos.

37. Date entero. No te reserves nada: nada pidas, ni siquiera contemplar tú aquí abajo el triunfo de tu causa.

38. El gran acto de renunciamiento no es algo negativo. No es un abandono de cosas que valen. Es más bien el encuentro de un valor excesivamente superior a todo lo que se presenta a los ojos del cuerpo.

39. El que no lo deja todo, no deja nada.

40. Hasta ahora has sido bien pobre, hija, no porque no hayas poseído nada… sino porque nada has dado…

41. Pero hay experiencias que no se hacen por etapas y aun cuando uno se haya prestado mil veces, nunca se ha dado. Y si la gotita de agua desea volver a su libertad nunca se mezclará al vino del sacrificio: nunca será sacramental.

42. Quien quiera muchos amigos no tiene más que ponerse al servicio de los abandonados, de los oprimidos, y que no espere mucho reconocimiento.

43. Y eso, que es duro, ¡es bello! Ya que es más bello el sacrificio que el goce, y hay más plenitud en darse que en recibir.

44. Y este amor irá mucho más lejos que el amor pagano que se contentaba con la mera justicia. El amor cristiano supone la justicia, sin ella no hay amor verdadero, pero va mucho más lejos. Hay que dar al prójimo no solo el bien externo y material que es suyo, sino algo mucho más profundo: su propia personalidad íntima. Entonces solo comienza a amar, cuando comienza a darse él mismo.

 

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"Cuando Dios ha sido hallado, el espíritu comprende que lo único grande que existe es Él."