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Sacerdocio

Escrito por Fundacion Alberto Hurtado

1. Lo primero que se le pide a un sacerdote es la santidad en su vida. Además se le exige ciencia divina y humana y el conocimiento de todo lo que tiene valor espiritual.

2. Derramó su sangre, nos dejó su cuerpo, pero que otros hombres, sus sacerdotes, lo lleven al enfermo, al pobre, al moribundo como fuerza suprema, al joven como sostén en las luchas…

3. Todo buen ciudadano deberá estar profundamente interesado en que la Iglesia de su patria tuviera muchos y santos sacerdotes. Ellos son la más segura garantía de un progreso valiente y justo en el porvenir. El sacerdote es el padre, doctor, consejero, consolador, amigo, dispensador de la gracia. Cristo viviendo permanentemente en el mundo.

4. Los pobres, sobre todo, necesitan del sacerdote: sin él quedan huérfanos y desamparados. El pobre no tiene tutor ni defensor más verdadero de sus derechos que el sacerdote.

5. Su vida es una prolongación de la vida de Cristo. Sus aspiraciones fundamentales son estar él cada día más cerca de Dios, ser más semejante a Jesús, para darse más entera y eficazmente a sus hermanos.

6. ¡Cuántos de corazón sincero, malos porque nadie les ha enseñado a ser buenos y muchos a ser malos, vuelven de nuevo al Padre Dios, apenas un corazón de apóstol se los muestra!

7. Lo que falta son operarios para tanta mies. Por sus hermanos el sacerdote renuncia a sus bienes y vive de ordinario pobremente… él es el padre de un hogar inmenso.

8. El hombre moderno aunque sea sacerdote no puede librarse del ambiente pagano del mundo que lo rodea. Ha de conocer ese mundo, juzgarlo y superarlo. Si no, no podrá convertirlo.

9. El sacerdote que ama a sus jóvenes hace bien en sus almas, incluso cuando ha muerto. Sus acciones de bondad siguen actuando, incluso cuando ha desaparecido. En la historia de las conversiones, más que la influencia de las doctrinas, fue la influencia de una persona consagrada enteramente a servirlo.

10. El sacerdote es ordenado no para las ideas, sino en servicio del pueblo de Dios, el humilde pueblo de Dios: Su servicio es proporcionar satisfacción a sus necesidades reales, por modestos que nos aparezcan.

11. ¡Dios mío, para vuestra inmensa obra, para la regeneración de todo nuestro universo, quiero renunciar a todo lo que me tiene cautivo de mí mismo en la estrechez de mis dimensiones, y fundir todas mis pequeñas inquietudes en el deseo infinito de vuestra alma de Buen Pastor. Quiero caer en vos con todo el peso de mi debilidad, y fundir mi querer con el vuestro!

12. No vamos a obtener más vocaciones humanizando más nuestro sacerdocio, sino haciéndolo más y más consecuente consigo mismo, con el fin de su propia vocación, presentándolo como un ideal de santidad, generosidad, de entrega total a Dios, y mostrándonos nosotros como verdaderos sacerdotes, dignos de este ideal.

13. La autoridad que se considera como poder con derecho a mandar, no es autoridad verdaderamente cristiana. Como es siempre representación de Aquel que la ha dado, tiene que ser ejercida como servicio y como responsabilidad frente a los hermanos; por tanto no como dominio. El espíritu de hermano le quita la aspereza inherente a una institución impersonal y puramente objetiva.

14. Lo primero, amar a la niñez, porque ¿qué es el catequista? Otro Cristo…Este amor sobrenatural a los niños, y a los jóvenes es el secreto de la enseñanza y dirección espiritual. Una buena clase algo hace, pero para que el fruto sea completo los chicos han de ver en el sacerdote a su madre, los mayorcitos a su padre y los jóvenes a su hermano mayor.

15. Yo comprendo un gusto sensible a los cortos años cuando no se conocen todas las dificultades de la vida ni se ha saboreado la independencia; pero después cuesta, y harto que cuesta. Más aún, las mejores vocaciones son aquellas que han exigido mayores sacrificios.

 

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"Todos: transformar nuestra vida diaria en apostolado; que nuestro día sea una misa prolongada."