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Lo dijo el Padre Hurtado: Reseña de Matilde Burgos

Escrito por Fundacion Alberto Hurtado

Matilde Burgos, periodista, Premio Raquel Correa 2018, comentó el libro “Lo dijo el Padre Hurtado” para revista Mensaje (agosto 2018). Este es el texto completo:

¿Qué más me habría gustado como periodista que entrevistar al Padre Hurtado? Pero entrevistarlo haciéndole las preguntas de hoy. Saber cuáles serían sus respuestas frente a la monumental crisis que enfrenta su propia Iglesia en Chile, conocer sus propuestas frente a nuestros niños muertos en el Sename, frente a la sobrepoblación que sigue haciendo de las cárceles miserables escuelas del delito… Preguntarle cómo habría enfrentado la pesadilla de las drogas, consumidas y traficadas. Poder invitarlo a reflexionar juntos cómo rescataría el alma de un Chile más individualista, más laico, donde los jóvenes se casan cada vez menos, y donde el porcentaje de niños que nacen fuera del matrimonio supera el 70%, afortunadamente sin que sean considerados ilegítimos, como en aquel entonces.

Pero si sabemos leer el contenido de este libro, aquí están muchas de las respuestas a esas preguntas que me habría gustado hacerle.

La pobreza de los años 50

Foto de Sergio Larraín, años 50, por encargo Hogar de Cristo.

Chile es otro país si lo comparamos con la década del ’40 y a través de estas columnas, podemos ver el Chile de ese entonces a través de los ojos del Padre Hurtado. Y está todo lo que probablemente nos habría costado querer ver. Está el Chile donde no había pobreza, sino que había miseria; donde la mitad de los niños moría antes de cumplir 9 años. Hurtado fue el primer encuestador social metodológico de Chile, y hoy esas cifras nos indican, de acuerdo a la encuesta CASEN 2015, que un 11,7% de la población es pobre por su nivel de ingresos: un 3,5% vive en pobreza extrema y un 8,1% en pobreza a secas (1) una reducción significativa a la realidad de ese entonces, pero que no puede dejarnos satisfechos.

Pero más allá de esos números, si recorremos las calles, tal como lo hacía Alberto Hurtado, nos vamos a encontrar que hoy, en este invierno de 2018, hay personas que siguen viviendo debajo de los puentes, que siguen muriendo de frío en las calles, tal como lo reportaron los medios a principios de junio (2).

Hoy sus rostros son distintos, son de chilenos, pero también de inmigrantes, a quienes muchas veces hemos decidido mirar de lejos.

Y si seguimos ese recorrido que hacía Alberto Hurtado, hay calles donde no vamos a poder entrar, porque el narcotráfico llenó de armas los lugares donde debería ser el lugar de encuentro de los vecinos. Y si al padre Hurtado lo abrumaba el alcoholismo, su preocupación sería aún más grande frente a la droga y el narcotráfico.

Situado desde la periferia Albero Hurtado también describía otra de las realidades que lamentablemente son cotidianas en la marginalidad. Esta columna podría haberse publicado hoy, pero describe una situación observada en 1949. (pág. 40)

“Nada más deprimente que el espectáculo de nuestra cárcel pública”. “…Es un verdadero campo de concentración: en celdas estrechas, húmedas, malolientes, vegetan aprendiendo nuevos vicios. Los que entraron en ella por haber cometido un delito salen titulados de “criminalistas”. No tienen trabajo, sino muy pocos, la mayoría conversan, ¿de qué? A las 6 de la tarde son encerrados en el estrecho cuarto en que han de dormir juntos, seis, ocho, diez hombres… hasta las 8 de la mañana. Entre 1.300 presos, más de 500 no tienen no tienen ni siquiera una colchoneta en que descansar….”

¿Y los niños?

Foto de Sergio Larraín, años 50, por encargo Hogar de Cristo.

 

Probablemente son los niños los que inspiraron al Padre Hurtado. Los que lo llevaron a estudiar educación, a doctorarse en pedagogía en Lovaina, y a volver a Chile a enseñar. Pero las salas de clases del Colegio San Ignacio y de la Universidad Católica no fueron nunca suficientes para desplegar su vocación. Sabía que afuera había miles de ojitos que habrían asistido ávidos a aprender, pero a quienes la pobreza les había arrebatado incluso esa posibilidad. A ellos se volcó, a sus “patroncitos”, por ellos bajó a los puentes del Mapocho, a ellos recogió en su camioneta, por ellos quiso crear un Hogar que los acogiera, tal como lo habría hecho Cristo.

Hoy nuestros niños vulnerables y supuestamente al cuidado de un estado que pueda protegerlos, están en instituciones que avergüenzan, donde una niña puede morir aplastada por sus cuidadoras que no son especialistas en poder manejar su vulnerabilidad. Ya en ese lejano 1945 Alberto Hurtado tenía un diagnóstico hecho, sólo topaba, tal como hoy, en los recursos para poner en práctica esas soluciones. (pág. 52)

“…Bajo esos harapos y bajo esa capa de suciedad que los desfigura por completo se esconden cuerpos que pueden llegar a ser robustos y se esconden almas tan hermosas como un diamante. Hay en sus corazones un hambre inmensa de cariño, y quien llegue a ellos por la puerta del corazón puede adueñarse de sus almas.

Tienen estos niños un deseo ardiente de ser respetados, deseo que hasta la fecha nunca han logrado ver satisfecho. De los 140 primeros adolescentes que se recogieron en el Hogar que funcionó el primer tiempo en López 535, sólo 4 no habían sido detenidos alguna vez por la policía, algunos habían sido detenidos más de 10 veces: otros más de 80 veces…”

Son los jóvenes reincidentes de ese entonces, sobre quienes hoy se piensa con una mentalidad punitiva en aumentarles el castigo, sin considerar un diagnóstico hecho hace décadas: darles oportunidades, cariño, dedicación.

Abrumado, pero no paralizado, el Padre Hurtado fue eficiente y certero para movilizar, para convocar, para dar soluciones y ponerlas en marcha. El Hogar de Cristo es la prueba. Techo, acogida, oportunidades, dignidad. Un hogar que desde entonces ha unido a los chilenos, incluso ahora, aunque las respuestas nunca sean suficientes frente a las demandas.

En su época San Alberto Hurtado se hizo una pregunta que se calificó de escandalosa “¿Es Chile un país católico…” En ese entonces se planteaba la duda. Hoy la certeza de la respuesta me parece evidente. Pero ser hoy menos católico no puede ser sinónimo de ser menos humano, menos capaz de mirar en el otro a un igual que tiene que vivir con dignidad.

Lamentablemente hay preguntas para las que no encontré respuestas. Cómo habría enfrentado la avalancha de abusos cometidos por religiosos, crímenes contra sus queridos niños, que hoy deslegitiman el trabajo de la mayoría dentro de la Iglesia y ensucian el mensaje cristiano.

Pero en este libro el Padre Hurtado vuelve a remecernos, porque nos muestra que nuestros problemas sociales no son tan distintos a los de aquel entonces, son incluso más complejos. A través de estas páginas duele constatar que hoy Hurtado seguiría recorriendo nuestras calles, con el mismo empeño de entonces.

Matilde Burgos Silva

 

(1) Encuesta Casen 2015 http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/casen-multidimensional/casen/docs/CASEN_2015_Ampliando_la_mirada_sobre_la_pobreza_desigualdad.pdf

(2) Indagan muerte de 3 hombres por frío en la capital https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2018/06/04/investigan-segunda-muerte-por-frio-en-la-capital-minima-llego-a-los-16o-en-santiago.shtml

(3) Nueva balacera en la legua dejó a un menor fallecido https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/policial/nueva-balacera-en-la-legua-dejo-a-un-menor-de-16-anos-fallecido/2018-06-19/223648.html

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"¡Qué grande respeto de Dios conmigo! Me pide, no me obliga. Aún me admitiría en el cielo, a pesar de mi desvío."